domingo, 27 de noviembre de 2011

EDWARD LEE - La ciudad infernal (2001)



No he perdido el gusto por ir a "cazar" libros. He soñado muchas veces con un barrio repleto de libreros de viejo, con tiendas llenas de estanterías que rebosaban libros; pero usados o de saldo, de esos que valen cuatro perras. Son sueños fantásticos e inquietantes. Estoy en el centro de Madrid, todo me es conocido, pero una vez que despierto y lo racionalizo, me dio cuenta de que nada de lo que he visto existe: ni los libros, ni las librerías, ni las casas, ni siquiera las calles. El asunto me inquieta. A veces he soñado con álbumes de Tintín que nunca han sido publicados y pienso “Éste me falta”. La única solución que he encontrado es seguir yendo de “cacería”. Pero no voy a esas grandes superficies tipo Casa del Libro o Fnac; no, prefiero las de saldo. No tiene gracia ir a un establecimiento donde sé qué voy a encontrar: las novedades y el fondo editorial más reciente. Me encantan las casualidades, las sorpresas y los descubrimientos. Proporcionan un placer muy particular. Miro, busco, desordeno, incluso buceo en grandes cajones hasta que encuentro
un libro usado o saldado que me llama la atención. Enseguida establezco una relación rara, infantil ya lo sé, como si ese ejemplar hubiera tenido una trayectoria larga, una vida, para finalmente caer en mis manos. Esto no lo puedo hacer con frecuencia. Para que esta experiencia sea posible tengo que dejar bastante tiempo entre “cacerías”.

Hace unos meses fui a una librería de saldo. El nombre no me sale nunca a la primera. Siempre me sale “bookstore”, pero es otro. Está en una calle bastante concurrida y ancha, tanto que en verano las mesas del bar de al lado casi se meten dentro de la tienda. En realidad los tipos no son libreros. Lo mismo te venden un Vargas Llosa que te pondrían servir un Martini. Pegadas al escaparate suelen tener cuatro o cinco expositores enormes con libros de todo tipo. Algunos son ridículos y pretenciosos, otros prometen hacerte rico o convertirte en adivino, pero normalmente tienen dos tipos de libros saldados que me encantan: los de ciencia-ficción y los de historia. Son esos mismos libros que el año pasado costaban más de 20€ y ahora apenas llegan a cinco. En esta ocasión flipé, había de todo, y además, como he adquirido el vicio de hacer fotos de cualquier cosa que me parezca interesante, no perdí la ocasión de tomar unas cuantas instantáneas.

Tenían una colección enorme de libros de Star Trek que no había visto en mi vida ocupando una pared y, cómo no, el saldo habitual de La Factoría de Ideas. Un poco antes había disfrutado de El mar de madera, de Jonathan Carroll, y allí estaban otras obras suyas. Pero buscaba algo distinto, original, diferente a la típica ciencia-ficción o fantasía, y vi algo que me pareció raro y atractivo: La ciudad infernal, de Edward Lee. ¡Eureka!, como diría el clásico, lo había encontrado. 

El libro comienza de una forma bastante atractiva. Combina la historia de dos gemelas con los casos de gente que vive en Mefistópolis, la ciudad infernal. Las gemelas son muy distintas, claro está. Una es depresiva y ha pasado por un tratamiento psiquiátrico. La otra es una lasciva, virgen aún, que se suicida cuando encuentra a su hermana, la psicótica, enrollada con su novio. El padre de las gemelas es un millonario divorciado que se retira al campo para estar con su hija, la pirada, y rehacer sus vidas. Es muy importante señalar que la chica, que se llama Cassie, es gótica; es decir, le va el rollo del terror, el gore y la música tipo Marilyn Manson.

La casa que compran en el campo, como no podía ser de otra manera, fue el escenario de ritos demoníacos. Es curioso como el terror norteamericano recuperó el escenario típico del terror gótico del XVIII y XIX, el castillo o la mansión, y lo transformó con su visión burguesa de la existencia, para situarlo en la casa de campo o el típico chalé adosado. Pensemos en dos clásicos, La casa infernal (1971), de Richard Matheson, o Poltergeist (1982), de Hooper y Spielberg, o en una serie como American Horror Story (2011). Y todo por no remontarnos a La casa en el confín de la Tierra, de Hodgson, o El caso de Charles Dexter Ward y otros cuentos de Lovecraft. En la casa de campo del libro de Edward Lee hubo un tipo que se dedicaba a secuestrar mujeres para tener hijos con ellas y sacrificarlos al demonio. El edificio está a las afueras de un pueblo perdido para la civilización, donde dicen cosas como “¿Cuálo?” y en el que el matón del pueblo es el más gañán. Es más; hay gente tan variopinta, que Cassie, la gótica, se encuentra con tres punkies. Pero no son tres punkies cualquiera: están muertos y se la llevan a Mefistópolis, la ciudad infernal, que justamente está al lado de su casa, pero en otra dimensión.

Mefistópolis está pensada para ofender a Dios, así que vive en “demonocracia”, la magia negra ocupa el lugar de la física y la química, y el terror sistemático sustituye a la caridad o la buena voluntad. En la ciudad viven genocidas conocidos, lo que me ha recordado A vuestros cuerpos dispersos, de Philip J. Farmer. Lucifer vive en el edificio “Mefisto”, con 666 pisos –claro-, y al que atacan unas “milicias revolucionarias” dirigidas por Ezoriel, que fue mano derecho del mismo Satán. En Mefistópolis no hay electricidad, sino “agonicidad”; es decir, consiguen la energía a través de los gritos de agonía –como en Monstruos S.A., de Disney-.

La historia es interesante cuando la chica y los tres punkies se mueven por la ciudad, pero va adquiriendo un tono adolescente que hace sonreír; especialmente cuando Ezoriel se quita el casco y es igualito, igualito a… Brad Pitt. En fin. Y mucho sexo. Incluso hay un tipo al que matan a polvos. Literal.

Terminé el libro en un viaje en tren de Murcia a Madrid, al tiempo que escuchaba un disco fantástico de Sole Symphony. Disfruté. Eso sí, advertencia, el libro es el primero de una saga.

3 comentarios:

  1. Vamos, que sueñas por las noches con la Cuesta Moyano xD.

    Ya podías dar el nombre de la librería (o la calle, al menos), que los saldos de CF nos gustan a todos, y yo de la Factoría aquí en el sur pillo poquísimos ;)

    El libro parece curioso. Poco más puedo decir, porque lo oigo nombrar por primera vez ahora. Espero que puedas pillar bien barato el resto.

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  2. Hola, Er-Murazor. Cuesta Moyano ha cambiado mucho. Ya no es lo que era, al menos para mí. Las últimas veces que he pasado por allí no me he llevado nada.
    El enlace a la librería es éste: http://www.bookscenter.es/
    Es una franquicia, porque tienen varios establecimientos.
    Saludetes ;)

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  3. Espera un momento, que no Lucifer fue el que ideo la ciencia en primer lugar??? Y ahora resulta que la cambia por la magia??? Bueno que entonces el tío esta chalado!!!

    Por otra parte es bastante agradable ir caminando por las calles y de pronto encontrar un sitio donde vendan café y que en dicho lugar tenga libros del año del caldo, para luego toparse con algún libro tan viejo que la portada esta pegada con tape, y que dicho libro le llene el ojo a uno. Para que luego el que atiende el negocio diga que no están a la venta los libros, y tener que ir dos tardes a la semana para poder leer dicho libro!!!

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