sábado, 2 de mayo de 2009

FREDERIK POHL y C. M. KORNBLUTH - Mercaderes del espacio, 2004, (1954).



Dos autores. Fue lo primero que me llamó la atención. ¿Cómo pueden escribir dos personas una novela? Entiendo la colaboración en un ensayo, en un temario académico, pero en una novela no me acaba de encajar. Vale; ya sé que hay de todo, lo acepto. Además, el que más me llamaba la atención de los dos escritores era Kornbluth. Murió con 35 años, casi el mismo número de pseudónimos que utilizó. Pegado a Frederik Pohl, uno de los más grandes, perteneció al grupo de literatos conocido como “The Futurians”, junto a Asimov, Damon Knight y James Blish. El nombre que se dieron, seguro que por deformación profesional, me recuerda al de aquellos fascistas italianos de Marinetti, también de principios del siglo XX, que tomaron el nombre de “Futuristas”. En fin.


Mercaderes del espacio se desarrolla como una novela negra con todos sus ingredientes: el protagonista duro, la chica con una doble vida, el falso asesino, el malo gordo y torpe, la secretaria enamorada del jefe, las peleas, las bandas, y ese desenlace en el que todo tiene una explicación. También esto es propio de la época en la que se publicó. Unos años antes se estrenaron El sueño eterno (1946) de Howard Hawks y La jungla de asfalto (1950) de John Huston. Fue el tiempo de las novelas de Dashiell Hammet, Raymond Chandler y James M. Cain. De hecho, Humphrey Bogart y Lauren Bacall están en los personajes protagonistas de Pohl y Kornbluth. Y es que el pulp de CF estaba entonces en competencia con el pulp policíaco.

Luego, la obra contiene una declaración política, pero no con la envergadura exagerada que alguno ha querido ver. El mensaje responde a la situación de EEUU en los años cincuenta, en concreto al maccarthismo y a la conocida “caza de brujas”. Los “conservacionistas” que aparecen en la novela de Pohl y Kornbluth son equiparables a la imagen del comunista perseguido por el senador Joseph McCarthy, aunque sólo en ciertos aspectos. Aparecen como personajes dogmáticos, iluminados, elitistas, personas de vida confortable, infiltrados en la alta sociedad, y omnipresentes porque se les atribuye de forma interesada cualquier mal o delito. Perfectamente el lector puede equiparar a los “conservacionistas” con los actores, guionistas y demás personal holywoodiense que pasó por el tribunal marccarthista.

Por otro lado está el elemento distópico: la sociedad del futuro dirigida por mercaderes, las grandes compañías que son Estados en sí mismos. No falta quien aquí dice: “¡Acertaron! Vieron la globalización neoliberal que lleva al fin del planeta”. Bueno, el mundo friki es plural. Lo cierto es que los mercaderes de Pohl y Kornbluth son una variante de los comerciantes que describe Asimov en Fundación, de 1951. Quizá esto se deba a que los tres autores pertenecían a “The Futurians” y compartían, como muchos occidentales de mediados del XX, un sentido economicista (y militarista) del futuro de la Humanidad.

En este sentido, la expedición a Venus que se plantea en la novela es una referencia a la necesidad de volver a empezar, de corregir, de aprender de la experiencia, de rechazar la civilización de su tiempo, y la expresión de ese deseo de volver al campo, a la naturaleza –el contrapunto al avance tecnológico-. Todo esto suena a generación beat, pero quizá con un tono irónico. Pensemos en el personaje conservacionista oculto en la Luna que se dedica a la quiromancia, a inventarse el futuro de la gente. Es una burla del mundo espiritual del que hacían gala los beatniks. En la novela, el dogmatismo lleva a los conservacionistas a planear la transformación completa de Venus –al estilo de Dick con Marte en Memory recall- para cumplir sus deseos. Esto recuerda aquel cuento de Bradbury, en Crónicas marcianas, en el que el terráqueo cambiaba el paisaje marciano llenándolo de bosques para respirar mejor. Ya no era Marte; lo había violentado para hacer otro lugar siguiendo su interés personal.

En la misma tónica está la representación de los políticos; porque en el mundo dirigido por los mercaderes hay también “clase política”, pero claro, al servicio del mundo empresarial, lo que sería una evolución del institucional sistema norteamericano de lobbys. El presidente de EEUU aparece así como un mero espectador, un bonachón que no sabe en qué emplear su tiempo. Pero el que más se acerca a la realidad es el indignado presidente de Albania, que cuando Courtenay, el protagonista, le dice que el preso no es un conservacionista, y que la denuncia responde a la mezquindad de una vecina, le suelta: “Es preferible que sufran mil inocentes a que escape un solo culpable”. Toma ya.

4 comentarios:

  1. Hola Jorge. He preferido dejarte aquí el comentario. ;-)

    "Anochecer", una de las novelas mejor consideradas del género, está escrita por R. Silverberg e I. Asimov. "Cita con Rama", (2ª y 3ª parte) están escritas por Genry Lee y A. C. Clarke. Si bien es poco frecuente, no es tan "raro" como para sorprenderse. :-)

    En el caso que nos ocupa, se nota que está escrito por dos personas sencillamente por que son dos partes muy diferenciadas. Y tal vez se nota demasiado. Pero en cualquier caso, la novela me gustó, ya que se aleja del derrotismo tan típico del postmodernismo, pero sin dejar de realizar una importante crítica política, que también lo caracteriza.

    La reseña está tan bien como todas las que haces. Pero discrepo en lo de "Venus". No creo que sea la visión tan optimista que comentas. Yo más bien lo interpreto por el ansia desmedida de tener beneficios sin importar ni las consecuencias ni la verdadera rentabilidad y viabilidad de los proyectos propuestos —sino recuerdo mal, en la novela son conscientes de que Venus es completamente inhabitable—, sabiendo que los que sufrirán las consecuencias no serán ellos, sino unos pobres, engañados e indefensos desgraciados. Y en esto si que han sido "premonitorios". En lo de la referencia a los "beatniks" no me puedo pronunciar ya que no la conozco lo suficiente, pero creo que en donde la predicción es más importante, es cuando ya en los años 50 se avisa de la posibilidad de que el poder económico en EEUU supere al político, circunstancia que sólo ahora comienzan a ser conscientes.

    Y si, en cuanto a lo de ganar dinero criticando al capitalismo, es cierto, pero claro, lo que no se puede es meter a todo el capitalismo bajo una misma etiqueta "inviolable y sagrada". ;-) Se critica al capitalismo, pero a cierto tipo de él. Es como si yo criticara un automóvil por su comportamiento y ello conllevara que no puedo conducir otro de ellos. Obviamente, no es así. El capitalismo tiene muchas cosas criticables. Como todo, así es como se avanza.

    Saludos.
    :-)

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  2. Hola, Lino.

    Me sorprende lo de escribir una novela a cuatro manos, dos cerebros y dos egos, si dejo de lado que hay dos bolsillos. Claro que no es la primera vez, ni será la última, pero el proceso creativo es individual; de hecho tú percibes en la novela dos partes muy diferenciadas, lo que no es conveniente en ningún libro. En pareja creo que responde más a una cuestión editorial; es decir, comercial, lo que es legítimo.

    En la cuestión de Venus tienes razón: saben que no es habitable, y aun así lo venden como si lo fuera. Es el negocio. Es como hacer una novela a cuatro manos, dos cerebros...saben que no es la mejor manera de hacer una novela, pero el bolsillo manda.

    Al capitalismo se le pueden poner muchos adjetivos, y todos por una referencia política -capitalismo de Estado, capitalismo liberal, capitalismo manchesteriano,...-, pero Pohl y Kornbluth no llegan a hacer una distopía, sino una crítica que hoy encajaría perfectamente con cierto cine que se está haciendo; por ejemplo, Elisyum (2013) o El lobo de Wall Street (2014). Lo que cambia en el adjetivo es el papel del Estado, su legislación y el papel que quiera darle a la sociedad civil -léase grupos de presión e interés- en la regulación del mercado -incluido el laboral-. El problema es que los norteamericanos no tuvieron un Estado intervencionista hasta Roosevelt y el New Deal, que hizo que la Administración desembarcara en el mercado y la sociedad civil a partir de 1933. Esto generó una corriente de pensamiento en EEUU favorable a la soberanía individual cubierta por la protección estatal frente al "capitalismo"; que es lo que cuenta Pohl y Kornbluth.

    A esto añadimos que lo escriben a mediados de los 50, momento en el que el Estado lo es todo en todo el mundo debido al papel protagonista que ha adquirido en la segunda guerra mundial y después de ella -piensa en el Estado del Bienestar que aparece entonces-. En conclusión; Pohl y Kornbluth reflejan la mentalidad del momento: el individuo protegido por el Estado frente a las consecuencias negativas del mercado.

    Gracias por comentar, amigo.

    Saludetes

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  3. Hola Jorge,

    Admito que cada cual es libre de sorprenderse o no de lo que desee, pero lo de comparar que dos personas lleguen a un acuerdo (en los términos que a ellos les parezca) para escribir un libro, con llevar a miles de personas a un planeta inhóspito sólo por que unos pocos —que no van a ir— ganen más dinero; me va a costar un poco más ;-)

    El resultado es lo que hay que valorar en cualquier caso, y el hecho de que no afecta a más gente que los implicados. En definitiva, es su problema. Sí, se nota, como digo en mi comentario, que son dos partes muy diferenciadas. El conjunto en definitiva, no es homogéneo. Ahora bien, yo agradecí la segunda parte en plan Jack Vance: un sólo hombre que descubre su verdadero papel, contra todo un entorno hostil; en comparación con la deprimente primera parte —aunque se tratara de eso precisamente—.

    El debate como sabes, puede eternizarse, y no tenemos tiempo para ello. Pero me gustaría apuntar que el tipo de capitalismo que no mencionas, es precisamente el que todavía nos hace falta: el capitalismo ético. Que fuera escrito siguiendo las pautas del momento no quita que ahora sea también aplicable, debido entre otras cosas por una coyuntura similar en cuanto a fiasco económico de las clases más débiles. En cualquier caso, me parece que el debate interesante es ese: cuál es el papel del Estado. Algo difícil en un país muy dado a todo o nada: o Barsa o Madrit, o Rojo o Azul. A ver si algún día nos decidimos por algún tono pastel.
    ;-)

    Saludos

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    Respuestas
    1. Hola, Lino. :)

      ¿Barça o Madrit? ¿Y el Valencia? ¿No existe? Pero bueno... XD

      Sí, es cierto: la parte "Jack Vance" es mucho más entretenida y se agradece.
      Eso del "capitalismo ético" me suena a la corriente puritana anglosajona, o del catolicismo social, aquel paternalismo que buscaba el bienestar del trabajador, pero sin tocar la "jerarquía social".

      No te confundas, que no soy socialista ni sucedáneo alguno (ya lo sabes), pero desconfío de los que se forran cada día más -EREs, contratos basuras, sueldos miserables, cuentas preferentes, triquiñuelas fiscales, nepotismos,...- y sueltan el discurso ético. No te preocupes, es que voy circulando peligrosamente por la misantropía y el nihilismo...jejeje

      Saludetes

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